El Blog de Juan Cuevas: El Chico de la calle

Tienda

Ya disponible en Amazon El Campeon

19 de febrero de 2013

El Chico de la calle

El chico se sostenía de pie con el tranvía en movimiento suave pero con ciertos virajes inesperados, tenía el pañuelo rojo atado a su cuello como el de un vaquero y el resto de su ropa delataba una campesina pobreza.



Junto a el estaba el viejo con el que viaja, le miraba con paternal afecto y sin pensarlo le soltó el regalo: "si quieres podemos quedarnos en esta ciudad un par de días, o tomamos el próximo bus a la siguiente ciudad, como tu quieras".
El rostro del chico dibujaba una expresión de preocupado desinterés que solo puede tener un adulto que ha pasado las duras y las maduras y ya no confía demasiado en el futuro.
"Podemos almorzar lo que quieras".
El chico respondió como si no le entusiasmara la idea: "como sea, no importa".

Producían ambos en el observador interesado cierta melancolía y desazón. Dos pobretones desamparados que sobreviven solo porque la unión hace la fuerza, dos perdedores sin vuelta.

Lo que nadie sabia es que el viejo traía en el cerebro un leve derrame que se desataría en un par de días, el chico quedaría solo en el mundo en aquella ciudad enorme e inhóspita, salvaje y cruel.
Se daría modos para perderse del brazo corrupto de las autoridades y aun así investigar donde fue enterrado el viejo.
Aun en la fría lápida compartiría el pequeño flores y panes y lo increíble, el chico sobreviviría al tormento y crecería para convertirse en un hombre que aprendió a leer con los subtitulos de películas en el cine.
Terminaría siendo un escritor de historias de terror muy exitoso, elogiado por la critica por su notable capacidad para inventar historias crueles y sórdidas.

Pero Jhon P. Dempsey no necesita imaginar historias, ha vivido en el infierno y regresó para contarnos sobre la miseria humana.
El viejo estaría orgulloso, de no ser solo huesos y polvo.