Entró a su departamento y antes de encender las luces notó algo extraño, quizá un ruido en el otro extremo de la habitación, quizá el aroma de una colonia barata que no era la suya, quizá la presencia de alguien acechando.
Demasiado tarde, un golpe en el cuello le dejó tendido sobre la alfombra, lo siguiente que supo es que estaba atado a una silla en el centro de la sala.
La voz era grave y amenazante, el arma con que le apuntaba le dejaba claro que la cosa estaba seria, le mataría sin saber porqué.
La delincuencia, dirían los vecinos, sólo sería otra estadística.
- Antes de morir, ¿te gustaría llamar a alguien?.
Olvidó sopesar la idea de llamar para pedir ayuda, estaba claro que eso no formaba parte del plan.
Pero agradeció a su asesino el tener la última oportunidad para llamar a esa persona especial y despedirse. Fue un gesto amable que se llevó como único consuelo.
Y tú, que estás leyendo, ¿quieres llamar a alguien?.
¿Qué estás esperando?.