- Hola que sorpresa, saludó el gringo.
El respondió con un golpe en el estómago dejándolo doblado,
luego tomó una silla y se la rompió en la cabeza, le dio unas patadas en el suelo. Se agachó y tomó la billetera del gringo, se guardó los billetes y tiró lo demás, fue cuando sus ojos la encontraron. Morena de ojos verdes, muy sensual en su vestidito liviano.
Tal como la recordaba.
Subió a su moto y giró para mirarla por última vez, con el motor en marcha.
Y ella subió a la moto abrazándose a el en la oscuridad de la noche.
Tal vez mañana regrese con el gringo,
pero esta noche es mia, pensó.