El Blog de Juan Cuevas: El smartphone

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15 de abril de 2013

El smartphone


Salí de la casa de mis primos por una botella de vino, sólo algo para contribuir a la reunión.


No conocía bien el barrio y sabía que era peligroso pero no pensaba molestar a los chicos de la casa porque ya saben, se hubieran opuesto a que fuera a comprar.

Recorrí unas cuadras buscando una tienda de licores o un supermercado cuando sonó mi smartphone, fue cuando empecé a sentirme en peligro. Apenas contesté me pareció que demasiadas miradas apuntaban a mi aparato de lujo. 

Era mi prima, cariñosamente me pidió que regresara para servir el almuerzo, para entonces ya estaba algo perdido, dije algo incoherente, colgué y fue cuando les vi.

Eran dos tipos horribles que se acercaban hacia mi a buen paso. Decidí caminar más de prisa y al ver sus intensiones empecé a correr, ellos también corrían y dentro de poco me darían alcance.

Me mantuve en la avenida principal y corrí a toda prisa, apenas viera una tienda me refugiaría, pero todo eran casas no muy bonitas.

Hasta que crucé una avenida y llegué a un edificio algo moderno, ni idea de como podía estar allí pero no dudé en entrar.

En recepción una pareja de jóvenes atentos me preguntaron a quien buscaba, tardé un poco en recobrar el aliento "me quieren asaltar" alcancé a decir con el poco aliento que me quedaba cuando el más bajo de los malhechores entró al edificio.

Yo lancé una mirada que decía: " es uno de los asaltantes, llamen a la policía antes de que nos robe a todos". Pero el tipo era muy astuto, se acercó a la recepción y explicó que andaba buscando una dirección. Anotó algo en un papel, lo dobló y lo mantuvo en sus manos. 

El empleado de recepción le dio algunas indicaciones y mientras le mostraba como llegar yo le hice señas a la muchacha que asustada empezaba a entender el peligro que representaba aquel hombre.

Yo esperé a que el hombre se fuera pero no paraba de mirarme y dijo algo más mientras sostenía aquel papel en sus manos. Luego dejó aquella nota sobre el mesón y empezó a caminar despacio a la calle.

Pensé que tendría que llamar a mis primos para que me fueran a buscar, no vaya a ser que estos me esperaran  afuera.

"Abra el documento tranquilo, joven" dijo antes de irse.

El muchacho tomó aquel papel mientras la chica le explicaba que ese era uno de los asaltantes que me siguieron.

Yo entré en una especie de mutismo producto del cansancio, sería mejor llamar a los primos con mi smartphone.

El recepcionista tomó el papel y leyó en silencio el mensaje, luego se lo pasó a su compañera que leyó: "el hombre de ahí es un paciente del psiquiátrico, no le presten atención hasta que lleguen los refuerzos".

Ambos vieron como el hombre sacaba un trozo de madera de su bolsillo y lo ponía en su oreja: " aló, prima. Me pasó algo horrible".