4 de octubre de 2012
Primera vez
Me escribió hace meses, que volvería al país por unos días nada mas.
Un picor en la entrepierna y el recuerdo de su escote me llevó veinte años para atrás.
Yo era un chiquillo afiebrado por el pecado del goce sexual
mis amigas no eran mas que niñas con cuerpos de gracia angelical.
El primer acercamiento a una vulva de verdad se presentó en aquel autobús durante la noche, atravesábamos la carretera con destino a... Bueno eso no importa, esto no es una nota periodística, pese a tener características de crimen pasional.
Ella tuvo que abandonar el trabajo y ponerse a traficar, meterse la mercancía donde pudiera y con militares aprender a transar.
Era infeliz, una mujer hecha a la fuerza, con la que jugué bajo las mantas con manos inquietas, los dedos lascivos caminando en su entrepierna, intuyendo que podría llegar hasta el tesoro mojado, los pliegues que se abrían ante mi dedo central entrando como siempre había soñado.
Mi mano tanteó la oscuridad de aquella almeja jugosa, delicia delicada, ella también tomó con mano diestra mi mástil, duro como solo puede estar en la primera entrega.
El juego no pasó a mayores por inexperiencia e incomodidad pero marcó un precedente.
Ella quería y yo podía.
Varios años después, de vuelta en la ciudad quiso el destino que nos encontráramos en un semáforo, ella era ahora la esposa infeliz que la dejó volver a su país a visitar a los parientes.
Su escote bronceado y el pantalón apretado, luego de un par de comentarios le invité a vernos en la noche, ha sido la primera vez que invito al sexo a una mujer, de entrada y a plena luz del día.
Ella estaba nerviosa y excitada, "mira mi piel de gallina" me dijo poniendo bajo mis ojos aquellas tetas apretadas con sus miles de poros apuntando hacia mis labios, deseando sentir mi boca, ahogada de placer.
Acudió a la cita y al fin terminamos en el hotel, placer que viene, placer que va. Luego un silencio de varios años hasta que nos reunimos a tomar un café.
Ya éramos mayores los dos, pero el verano se mantenía en su piel, fresco como la primera vez. Los años la hicieron recatada y no hubo cita en el hotel.
Hoy llamó a mi celular, dice que está de visita en la ciudad.
Y las ganas de fundirnos otra vez no me digan que es maldad.