1
El sonido del regaetton impedía que Samira pudiera escuchar algo
mas que el fuerte tum tum de los acordes principales, así lo prefería
ella, sobre todo desde que el viejo degenerado del piso de abajo, ese
que fue militar o carabinero en su pasado reciente se pusiera denso con
la administración del edificio, exigiendo que se respetara el descanso
ajeno. Como si ella no supiera que le mira el culo cada vez que sube las
gradas y por eso siempre le cede el paso en la entrada.
No importaba, Samira se contoneaba frente al espejo y nunca sintió llegar a la Susy, su compañera de piso.
Susana
era frenética hasta en la iglesia, como hamster con sobredosis de
cafeína, según recuerdan sus maestras de colegio. Siempre buscando su
identidad a través del arte, soñadora y entusiasta. Apenas llegó y antes
de entrar a su pieza se fue derecho a la cocina y con la mochila aún a
cuestas abrió el refrigerador para prepararse uno doble con queso sin
jamón, se había vuelto vegetariana desde que salió con ese joven todo
rústico que estudiaba danza y que aún vende artesanías a la salida del
metro.
Con el vaso de jugo en una mano y medio pan en la boca
entró a su pieza y antes de sacarse la mochila prendió el pc, se quitó
las zapatillas y se quedó en calcetas de lana, lo que más le gustaba
desde que se vino a Santiago a vivir sola era el hecho de andar en la
casa en calcetas.
Su servidor de e-mails chilló una docena de
veces, doce nuevos mails desde la mañana. Todas del mismo pobre diablo.
Se llamaba Steven y lo conoció en la fiesta de cumpleaños de la Trini,
compañera de facultad, es verdad que lo encontró mino desde que lo vió,
pero después del primer encuentro le pareció muy patético, ¿a quién se
le ocurre dar las gracias después de una cachita?.
Entero de mamón el Steven ese.
Borró todos los mails y hoy la brigada de cyber crimen anda sacando los permisos al juez para recuperar esos mails.
La
Susy abrió la llave de agua caliente de la tina y la dejó corriendo,
por eso el viejujo degenereque fue el primero en llegar al lugar, para
reclamar por la filtración que llegaba a su departamento.
La
Samira llegó inmediatamente después, justo cuando se acabó la batería de
su Ipod y pudo escuchar el último grito de su compañera de piso.
2
El parte policial era confuso y el hecho de que el comisario Buendía fuera disléxico no tenía nada que ver en la cuestión.
Los datos fríos eran ya de por si bastante extraños.
El
comisario Buendía se acomodó en su sitio favorito del local de Doña
Rosa y pidió el terremoto de todos los jueves, una bebida a base de vino
blanco y enfriada con helado de piña era el único licor que se permitía
estando en servicio.
Mientras los acordes de la cueca brava
iniciaban los festejos de las cinco de la tarde sacó de sus bolsillos la
libreta con los desordenados apuntes y los colocó sobre la mesa como
piezas de un rompecabezas. La única idea que tenía en ese momento era
que definitivamente le estaban faltando piezas a esta historia.
Lo
que más le molestaba era que el viejo había desconectado el enchufe del
computador y al hacerlo éste había perdido toda la información. El
comisario no entendía mucho de esos aparatos y probablemente hubiera
hecho lo mismo.
La explicación que dio el viejo era que la habitación empezaba a inundarse y el agua podría provocar un cortocircuito.
Todo
eso tenía mucha lógica, pero aún le molestaba. De hecho le irritaba la
idea de no entender a esas maquinas modernas y mucho menos entender a la
juventud, apretó los dientes al pensar en su hija que vive en Quillota y
sus nietas llenas de piercings, vestidas de negro y con caras de
pantruca, mas blancas que la cal.
Quizá lo que más le molestaba
era que a los 17 años las niñas ya han tenido mas sexo que él mismo en
toda su vida. Pero la simple idea le revolvía el estómago.
¿Y
porqué me tenía que tocar a mi investigar este asunto?. Era mejor
derivarlo al departamento de cyber crimen, esos chicos saben mas del
tema y tienen la energía para luchar contra tanto demente.
De todas maneras no dejaba de angustiarle una pregunta fatal:
¿cómo puede una persona morirse frente a un computador?.
3
La
Dra. Montt llegó tarde a la oficina forense pero nadie lo notó. Desde
la facultad de medicina que aprendió a pasar desapercibida por la vida y
de esa manera ir avanzando hasta graduarse, el problema es que la
costumbre le quedó y por eso a sus 42 años aún realizaba autopsias para
la oficina forense sin esperanza alguna de hacer investigación en alguna
universidad gringa como era su deseo.
Tenía los labios
adormecidos producto de una larguísima noche de felaciones con el amante
de turno, lo conoció en el bar "Paréntesis" la noche anterior y si bien
no pretendía volver a verlo gozó la aventura secreta como pocas veces.
Por
eso aún sonreía al ver el cadáver de Susana Castro Jimenez, 21 años,
perforaciones en orejas, labio superior y ombligo. Tatuaje en la zona
lumbar. Sin heridas en la superficie de la piel.
El análisis demostró la causa del deceso: ataque cardíaco producido por shock emocional.
Una
chiquilla tan joven, había que hacer otro análisis de drogas para
explicar el ataque, porque estaba limpia. Realizó las incisiones en las
tres cavidades principales. Primero el cráneo, nada anormal. Luego la
cavidad abdominal y para terminar la cavidad toráxica.
Nada que
explicara el ataque, solo un pequeño bollo alimenticio en el esófago.
Nada de toxinas que provocaran envenenamiento, solo un poco de pan con
queso.
No tenía señales de ataque sexual ni rastros de piel en
las uñas. Pero un análisis mas detenido demostró trazas de saliva en uno
de los pezones, los cuales no pertenecían a la víctima.
Por último el análisis forense encontró orines en su entrepierna y la vejiga vacía. Básicamente, murió de miedo.
La Dra. Montt tocó suavemente los labios de la víctima y pudo sentir ella misma el leve entumecimiento en su boca.
4
Dos
agentes vestidos de civil subieron al último piso del Block de ladrillo
a la vista, uno de ellos cubrió las ventanas del departamento y el otro
se apostó en la escalera de emergencia. De esa manera las salidas
estaban cubiertas y los agentes de la brigada de cyber crimen pudieron
entrar con la orden de detención al departamento de Steven Francini, 24
años, estudiante de diseño próximo a graduarse. Sospechoso de enviar
información por internet a la víctima que le causara la muerte por
ataque cardíaco.
Apenas 32 horas después de la llamada de
emergencia realizada por Samanta Gomez desde su teléfono celular por
ataque de un vecino a su compañera de piso el caso estaba por
resolverse.
Los oficiales de la ley tocaron a la puerta y no
obtuvieron respuesta, a la tercera llamada rompieron la puerta y
entraron al departamento del sospechoso que vivía solo en el último
piso.
Un grupo de moscas volaban en torno al cuerpo sin vida del
sospechoso, que colgaba de una de las vigas, el computador al otro
extremo de la habitación aún encendido y conectado al chat de la Susy.
La cámara apuntando a los pies del cadaver, como testigo mudo de un suicidio pasional.
Y el último mensaje del amante despechado:
STEVE- Te vi con el Pepone en el baño de la facultad, te gustó lo que te hizo?.
SADYHOT- Queeeee?
STEVE- Solo quiero que sepas que esto lo hago por ti.