El Blog de Juan Cuevas: Golpea a tu hijo, por favor

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24 de junio de 2016

Golpea a tu hijo, por favor


Ya lo dijo Sócrates hace dos mil años: 



"Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, 
no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos". 

Es fácil usar esta frase para mitigar la desazón que nos produce el ver a tanto niño mal educado. Ya se ha dicho también que la culpa no es de ellos, sino de los padres, es una verdad a medias porque los niños tienen plena conciencia de su accionar, pueden distinguir entre el bien y el mal y deciden ser  tiranos, al menos, mientras los padres actúen como esclavos de sus caprichos.

Frente a esto se ha dado una moda, esperemos que solo sea eso, de no castigar físicamente a los niños. "No los golpees porque se trauman", vociferan por doquier en las reuniones. Quienes así pontifican lo hacen porque están en contra del abuso infantil y eso es respetable y casi cierto.

Pero no seamos ilusos, los niños necesitan educación, es obligación de los padres y adultos proporcionarla. Y la educación consiste simplemente en esto: "Usa sabiamente tu capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo. La maldad tiene consecuencias que pueden ser nefastas". 

O simplemente: si te portas mal tendrás tu castigo.

Así funciona en la vida. Si no me crees deja de pagar tus cuentas y verás lo mal que te tratan las personas e instituciones.

Entonces, ¿por qué no han de ser castigados nuestros hijos cuando cometen faltas?.

¿Por qué quieres decirles que pueden hacer lo que ellos quieran?, es que acaso ¿tú lo haces?. 

Por supuesto que no, nadie hace lo que quiere, todos seguimos las normas y tratamos de ser buenos. 

Explícale a tu hijo de cinco años que no puede ser mal educado, si no obedece aplícale un buen castigo, un castigo que le recuerde los buenos modales, la actitud correcta y el respeto a los mayores.

Claro, no todo deben ser golpes. 

La violencia física debe ser una amenaza latente, una posibilidad real. No apliques cachetadas y manotazos ante cualquier falta, sobre todo si estás en público, corres el riesgo de ser acusado por una horda de fanáticos de la sicología educativa y la democracia en la familia. 

Sí, es una estupidez pero son tiempos difíciles. 

Hay muchos padres y sobre todo madres divorciadas que pretenden que un niño decida sobre sus vidas y entregan en esas mentes infantiles la responsabilidad de decidir sobre lo que van a comer, como invertir el tiempo y a que hora dormir. 

Son esos mismos adultos estúpidos que luego no saben por qué sus hijos se pierden en las drogas y la delincuencia. 

La culpa es de los niños pero sobre todo de los padres que se sienten culpables por no darles presencia presente. Por que no se dan el tiempo de estar con sus hijos. 

Dicen que tienen que trabajar. Y es probable que así sea con la clase pobre, la que no tiene tiempo ni ganas de leer esto, porque su lucha es tan concreta como qué van a darles de comer a sus hijos.


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Pero la clase media, que sí me lee, no tiene excusa. Tu hijo no necesita el último videojuego, de hecho no necesita aparatos electrónicos. Solo pasar algo de tiempo con sus padres, ¿cuándo fue la última vez que leíste un libro junto a el?.

Pero volvamos a los golpes.

El castigo físico debe estar presente como la última medida.

 ¿Sabías que a mi me dieron unos buenos correazos a los 8 años?. Fue la única vez y se trató de un castigo merecido por una falta grave. No había hecho los deberes por tercera vez y me enviaron una nota para que la firme mi tutor, yo traté de falsificar la nota y fui descubierto infraganti.

Jamás fue necesaria otra golpiza por parte de mi madre y mi padre jamás me castigó con golpes. Estoy seguro de que no hubo necesidad porque una buena tunda a tiempo te ahorra muchas malas noches.

No golpees a tu hijo con la mano, tus manos solo deben servir para dar con dulzura, alimento, caricias, dinero, etc. Usar un cinturón como el que usaron conmigo funciona, aunque pasaron varios años hasta que me decidiera a ajustar mis pantalones con un cinturón, para los amantes de los traumas. 

Lo mejor que puedes hacer es tener un arma de castigo en casa. Un fuete, un cabestro o una simple tabla. Lo que puedas conseguir pero si es importante que cumpla esa única función. La tabla de castigo debe ser exhibida en un lugar adecuado en casa y todos los niños deben saber que esa herramienta existe y cual es su función.

La sola presencia de la tabla asegura un buen patrón de conducta. 

Y ¿cómo aplicar el castigo?, no puedes tomar la herramienta y darle con todo para descargar tu coraje, eso sería venganza, no justicia. 

Toma tu tiempo para reflexionar, sobre todo toma tiempo para calmarte y entonces habla con el infractor. Pueden haber llantos, súplicas y juramentos. Aún así, si la falta es grave y casi siempre lo es, informa sobre el castigo en día y hora señalada.

Eso también funciona de maravillas para que el niño no quiera repetir jamás un mal comportamiento. La angustia, de las horas que pasan y ver como se acerca el momento del castigo son una experiencia que no querrán repetir. 

Recuerda, son hijos de lo instantáneo, como el nescafé, quieren todo rápido, hasta los castigos. No saben esperar, están tan habituados a tener todas las temporadas en Netflix, en ver como el héroe salva el mundo en menos de dos horas de película. 

Se olvidan o jamás aprenden, que la paciencia es una virtud.    


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