El Blog de Juan Cuevas: La casa Carranza

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10 de marzo de 2014

La casa Carranza

1
Esa tarde Martin llegó atrasado a clases y con los ejercicios a la mitad, había estado hasta las tres de la mañana trabajando en el bar y casi no pudo dormir, además tenía clases de francés a las nueve y casi no almorzó. Dejó el folder con los ejercicios de cálculo integral sobre el escritorio del maestro y se ubicó en uno de los pupitres del fondo confiando en pasar desapercibido.



La larga letanía de una nueva clase de matemáticas dio inicio mientras Martin hacía grandes esfuerzos por no dormirse, por un error de cálculo se encontró sentado justo en dirección al escritorio del maestro y aunque estaba en el fondo del salón todos los puestos entre ambos estaban vacíos, que mala idea sentarse allí, pero esa no sería la única vez en el día en que Martín se pondría en el lugar menos apropiado.

La mansión Carranza estaba más iluminada que de costumbre, el verano fue aprovechado por los decoradores para pintar la antigua fachada que nuevamente relucía con todo su señorial esplendor. Si bien fue construída a mediados del siglo XX por Don Melchor de Carranza, su arquitecto, traído especialmente de Francia tuvo el cuidado de darle a la construcción la funcionalidad de una mansión moderna con el encanto de lo clásico, como uno de esos hoteles de lujo que tiene el Mediterráneo. A espaldas de la enorme construcción se sitúa el primer lago artificial construído en Suramérica y que divide en dos los amplios jardines, que vistos desde el cielo parecen una extensión de los viñedos que tanta fama internacional han dado a la Casa Carranza.

Justo es decir que hasta finales de los ochenta los vinos Carranza estaban en baja y que la feliz casualidad quizo que en estos viñedos fueran encontradas las últimas cepas del Carmenere que se creía totalmente extinto, lo que devolvía a estos viñedos su antigua condición de lider en el mercado, es así que gracias a una inteligente estrategia de marketing los vinos Carranza son exportados en su totalidad a los mercados asiáticos, no pudiendo encontrarse dentro de Chile ni una sola botella.

2
La tarde se presentaba despejada y contra su costumbre Margarita decidió almorzar en la terraza para así aprovechar un día especial de celebración, un clima agradable y el hecho de tener un cuarteto de música clásica en los jardines, ensayando para la noche.

Pidió salmón a la plancha acompañado de ensalada de palmitos, agua sin gas y fruta. Margarita se acercaba peligrosamente a los 30, sin claros pretendientes a la vista, ocasionalmente la idea de ser una desengañada mujer de treinta sin siquiera un divorcio a cuestas solía atormentarla, nada que unas dosis de aradix no pudieran resolver.

Le hubiera encantado ausentarse de aquella fiesta, casi siempre la monotonía es el preludio de algo trascendental, Margarita no lo sabía pero esa fue la razón por la que se quedó. Empezó a modelar a los 16, con un cuerpo de sueño no tardó en recibir varias propuestas para posar desnuda, a los 19 ya había modelado en Europa y grabado comerciales en Japón. Era joven, rica, inteligente y terriblemente infeliz. Fuera de un breve noviazgo con el lider de una banda de rock no se le conocían otras relaciones.

3
Martín cayó pesadamente sobre su cama aún deshecha, tenía la mochila puesta, en una mano las llaves de la pensión donde vivía y en la otra la nota que le dejaron en portería: “Señor Gomez haga usted el favor de ponerse al día con el arriendo de su pieza de lo contrario muy a mi pesar tendrá que salir de la casa”.
Estos peruanos si que escriben bonito, murmuró antes de quedarse profundamente dormido.
El golpeteo infernal en su puerta fue lo que lo despertó cinco minutos después, la voz de la casera llamándolo al teléfono.
Martín habla Venancio, ¿tenís pega pa esta noche?. La voz salvadora que le ofrecía trabajo terminó de despertarlo.
No, no tengo nada, ¿qué hay?.
Una cena o cocktail creo, es en una casa ricachona, me recomendaron mucho pero no puedo ir, anda tranquilo así que si pregunta vos sos Venancio y ya está.
Mmmm.
No te preocupes, si te pagan con cheque yo te lo cambio, les dije que a cinco lucas la hora mas el transporte, nada menos eh.
Ok dame la dirección. Martín cerró los ojos y la información del teléfono se le quedó grabado en la mente. Tenía una memoria perfecta. Lo cual por cierto no le servía de gran cosa.

Apenas le quedaban unos minutos para cambiarse y salir al trabajo de garzón para el que lo estaban contratando, mientras tomaba la ducha fría calculó las horas que necesitaba trabajar repartiendo tragos para terminar de pagar el arriendo. Antes de vestirse pasó por la cocina de la residencial y tomó la botella de jugo concentrado de limón que usaba como pasta de dientes, gel o desodorante según fuera el caso. Ese viernes el jugo de limón cumpliría las tres funciones.

Se miró los ojos rojos por el sueño y pasó por la habitación de Miguel, el estudiante de medicina, tal vez tendría algún colirio.

Quince minutos después ya estaba en la calle, con la botellita de agua en la mano y la mochila a la espalda, según Miguel con dos pastillas de modafinilo tendría para estar despierto toda la noche, le vendió 4 por si las moscas, colirio no tenía pero no le haría falta. Odiaba los estimulantes pero tenía que acudir a ellos si quería terminar de graduarse sin morir de hambre.

Al salir del metro consultó la hora, las 8:45 las clases de francés empezarían en quince minutos, sin su presencia eso estaba claro, no soportaba faltar a clases, sobre todo las de francés. Tendría que pasar por la casa de Rosa el fin de semana para ponerse al día con la clase. No es que esté mal ya que la chica lo ponía al día con el francés y con otras urgencias, aunque le importaba poco, no podía seguir viendo al acto sexual como una necesidad fisiológica común, como comer o dormir. Tenía que haber alguien en alguna parte a quien amar, pero ¿con qué tiempo?.

Se tomó media botella de agua de un viaje y saltó al autobús, estas pastillas si que daban sed.


4
Decidió entrar a la piscina, la cordillera de los Andes, tan cerca de los viñedos no solo protegía a las finas cepas. También regulaban la temperatura en verano, las pastillas de aradix y la fina línea de coca que acababa de inhalar le dieron mas calor del necesario.

Se abrió la bata y la dejó caer sobre el piso de mármol, su cuerpo perfecto se undió en las aguas como un suspiro y solo descubrió aquella figura delgada después de cruzar la piscina de extremo a extremo.

Su rostro emergió del agua frente a el y se puso de pie en la parte baja de la piscina justo lo suficiente para dejar al descubierto sus pequeños senos, el camisón de seda sólo la hacía mas atractiva y resaltaba sus pezones duros por el contacto con el agua fría.

Martín sintió una oleada de calor extremo por toda su piel, a pesar de la noche, las luces del segundo piso hicieron nítida la visión, pudo haber vivido feliz el resto de su vida con el recuerdo de aquel encuentro, pero el destino ya estaba marcado.

EPÍLOGO

Cuarenta años después, Patricio Carranza recibió un sobre dirigido a Martín.

La sangre se le heló al instante. Tomó el sobre y lo abrió despacio, con la delicadeza de quien manipula una bomba a punto de estallar.

Tenía tantos años sin usar ese nombre que ya se había convencido a si mismo de que su nombre era Patricio Carranza, el heredero que volvió al hogar después que se creía perdido para siempre en aquel accidente en bote, nunca se encontró el cuerpo y fue un suceso que regresara a casa con la memoria trastocada, todos lo reconocieron al instante, incluso su prima Margarita con la que finalmente se casó y fue la primera en verlo aquella noche, al salir de la piscina.

Pero había alguien que sabía la verdad y pretendía chantajearlo.

Leyó la carta con cuidado, una y otra vez, sopesando cada palabra. Tratando de recorrer con la mente a los posibles autores de la misma, en cuarenta años se hacen muchos enemigos, sobre todo si manejas una multinacional dueña de más de 100 empresas repartidas por el mundo. Miles podrían odiarlo o guardarle resentimiento, adversarios políticos incluso.


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