El Blog de Juan Cuevas: Impunidad

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11 de marzo de 2014

Impunidad

Sofia seguía maquillándose sin perder la concentración a pesar de los gritos destemplados de su madre que la amenazaba desde el otro lado de la puerta. A pesar de la insistencia no prestó atención a sus maullidos y continuó ajustándose el escote mas allá de lo decente, ensayó un par de miradas pícaras y salió por la ventana de su cuarto.



Afuera la esperaba la Marce, con los zapatos en la mano, luego de una breve y mutua inspección de sus vestidos de fiesta salieron corriendo en silencio para no ser advertidas por nadie y tomaron el autobus al doblar la esquina.

Nadie podía perderse la fiesta de aquel viernes, porque era en casa de los Silverson y no en la disco del barrio como siempre. Los Silverson venían de New York y aunque muchos especulaban que se cambiaron el apellido tenían la mejor casita del barrio y representaban la notoriedad y distinción en ese olvidado y empobrecido pueblito del sur de Chile. Se dice que hoy sería presentado en la fiesta el primo que llegó de Europa que venía a instalarse con un negocio, que era muy atractivo y además joven y soltero.

“Demasiado bueno para dejárselo a las demás”, pensó Sofía y mucho menos por culpa de una madre que no da permisos. No menos de cincuenta jovencitas soñaban desde hace días con la oportunidad de unir lazos con el nuevo habitante de un pueblo de no mas de quinientos habitantes, no todas podrían estar esa noche en la fiesta y ni una de ellas tenía la belleza, actitud e inteligencia de Sofía.

Es verdad que era hermosa y aquella noche estaba divina, no pocas señoras reprocharon por lo bajo su falta de decoro y no es menos cierto que Mario Silverson quedó prendado de aquella chica, con la que bailó toda la noche, mas allá de lo apropiado.

Las miradas celosas y escandalizadas no detuvieron el ímpetu de los juveniles entusiasmos de aquellos dos y al mirar la hora Sofía muy a su pesar tuvo que admitir que debía marcharse. La Marce ya no estaba, Mario se ofreció a llevarla hasta su casa, eso lo vieron todos. Del mismo modo en que testimoniaron a la policía la forma descarada en que ella se le ofrecía durante toda la velada.

Mario regresó al cabo de una hora, el reluciente automóvil lo vieron los que aún quedaban en la fiesta, es verdad que demoró mas de lo normal para un trayecto tan corto, pero no olvidar que el chico era nuevo en el pueblito y conducir de noche puede extraviar a cualquiera.

Nadie cree honestamente que la chica fue violada aquella noche.

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